Arte

«Ver visiones»: de mal en peor en el Centro del Carmen de Valencia

ALEJANDRO SELLES | CRÍTICA ARTE | REA nº 8 | Publicado en Mayo de 2014

Desde el 16 de mayo hasta el 13 de junio, una de las peores exposiciones que se hayan visto en el Centro del Carmen de Valencia en la última década. El esperpento, que pretende ser reivindicativo, está cargo de Álvaro de los Ángeles y José Luis Martínez Meseguer.

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Se llama «Ver Visiones» y el resultado pretende ser la muestra de lo que LaVac, la Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de la Comunidad Valenciana, es capaz ahora a nivel institucional cuando Consuelo Císcar ha abandonado su cargo al frente del Consorcio de Museos. Se ha abierto la veda y ante las presiones este es un primer resultado.

Al margen de lo que los críticos pretendan vender como un texto explicativo sobre sus criterios, lo cierto que es el resultado es una mezcolanza de todo y de nada donde lo más patético y criticable es, precisamente, el crítico y no las obras expuestas, que pasan desapercibidas en medio del paisaje museístico. Esta muestra es un buen ejemplo de la futilidad absoluta que deja como resultado el voluntarioso intento de las galerías de arte por controlar las instituciones en un afán explicativo y justificativo de lo propio. Por otro lado, es un acierto por parte de la actual dirección del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana, porque pone a descubierto ante el público que detrás de tanta reivindicación hay poco más que mucho ruido y pocas nueces.

La exposición organizada no se sostiene de ninguna manera, y lo peor de todo es el recorrido que propone Álvaro de los Ángeles, donde ha primado el amiguismo y colegueo propio de estos montajes por encima de esa aparente teoricidad de la que se inviste en sus insignificantes publicaciones resabidas. Es bueno, por contra, que algo así se haya hecho para ejemplificar verdaderamente a los ojos del público la nulidad de la actividad galerística contemporánea en la Comunidad Valenciana. Y con ello no se trata de poner a todos en un mismo nivel, pero sí en un cierto nicho de especulación que ha caído en el olvido del público y en la apatía de los bolsillos de los coleccionistas.

Desde Alicante, dos galerías cuya línea expositiva es defendida por José Luis Martínez Meseguer. Es necesario rememorar la trayectoria de este teórico cuyo mayor mérito ha parecido ser destrozar la zigzagueante trayectoria del Museo de la Universidad de Alicante con una serie de eventos, exposiciones y adquisiciones de obras no solo de dudosa reputación, sino de pésimo gusto. Lo que parece obvio es que, a estas alturas de la historia del arte, la busca de lo resultón en la teoría estética ha caído en la más absoluta indiferencia: no hay escándalo en esta clase de exposiciones ni de críticos, sino una manifiesta ausencia de capacidad estética. La exposición de Meseguer, plagada por cierto de faltas, echa por tierra lo que podría llamarse un mínimo de veracidad en el conocimiento de la estética y de la filosofía del arte, y se sirve de unos trampantojos intelectuales demasiado conocidos y pobres para llamar la atención sobre un discurso y una elección que en realidad sólo ha venido dada, no dictada, por el capricho, que no por la elección de un criterio.

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Tras el estallido de talento de la plástica de postguerra, la creatividad que antes fuera loable ha devenido una seña sin identidad de ninguna clase. A la par, el talento de las nuevas generaciones y, sobre todo, su desorientación, no han ayudado a mejorar la situación, sino a empeorarla paulatinamente. Los críticos citados son solo un ejemplo, como la mayor parte de las obras expuestas en esta muestra y de las galerías que la impulsan, de la pobreza de ideas y, en definitiva, de la mediocridad imperante, de la mediocridad en la que se ha sumido la realidad plástica valenciana. Una mediocridad que más que enfado causa pena, por no poder ya caer más bajo en su ausencia de compromiso social o de profundidad estética, hundiéndose en el fango de la decoración. Pues solo como decoración encuentran su justificación la mayor parte de las obras expuestas, y decoradores son los que hoy se llaman galeristas, y estos personajes como Luis Adelantado lo saben muy bien.

El coleccionista avezado buscará valores clásicos que hoy ya están consagrados no solo por la fama, sino por la veracidad estética y el valor de sus obras, siempre en alza respecto a la actual contracorriente mediocre en la que se elevan aquéllos creadores respecto a estos que se llaman de hoy, un hoy en el que ni galerías ni críticos escogen entre las muchas posibilidades, sino que se sumergen en la propia mediocridad de la que no pueden escapar por ser ellos, también, máximo exponente de la misma mediocridad que representan y suscriben.

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