La cultura del cine independiente de Alicante se abre paso en la Seminci con El Arca de Noé

REDACCION | REA nº 13 | Publicado en Octubre de 2014

Después de los despilfarros de la ciudad de la luz, tan promocionados por los medios de la prensa local a sueldo en partidas de publicidad de la Generalitat, ahora resulta que es, como se sabía, el cine independiente el que realmente es capaz de abrirse camino por sí mismo. Los alicantinos presentan acertadamente una historia de supervivencia, que refleja Alicante en su realidad sin tapujos, un viaje hacia el interior de cada cual para combatir anímicamente los efectos de la crisis han filmado Adán Aliaga y David Valero en El arca de Noé, única baza española dentro del festival de Valladolid, donde fue estrenada ayer con división de opiniones.

PRESENTACIÓN PELICULA "EL ARCA DE NOÉ"

Ambientada en el año 2020, El arca de Noé es un ensayo cinematográfico, una fábula cargada de metáforas que los realizadores alicantinos definieron ayer, durante una comparecencia ante los medios informativos, como el fruto del instinto, de una apetencia personal y de las ganas de «hacer algo muy libre con los amigos de siempre».

«Surgió en un momento de crisis personal. Queríamos hacer algo muy libre, guiados por el instinto y la intuición, juntar sinergias. Nunca pensamos en una película para la industria y mucho menos para un festival. Era la necesidad de contar algo en nuestro pueblo y con nuestra gente», añadió Aliaga, ganador en la Seminci de 2009 del Premio Pilar Miró al Mejor Nuevo Director con Estigmas.

El municipio de San Vicente del Raspeig, con puntuales incursiones en las salinas de Torrevieja y en Agost, ha sido el escenario de este metafórico arca de Noé cuyos protagonistas emprenden en 2020 un viaje interior como estímulo previo y necesario para afrontar, al menos desde el punto de vista anímico, las consecuencias de una crisis económica que les tiene asfixiados.

El resultado, en palabras de Aliaga, es una invitación al espectador para que emprenda un itinerario similar porque, como se aprecia en este filme cargado de simbolismos y con una fotografía plena de estética –más cerca del arte contemporáneo que de una propuesta cinematográfica–, «no podremos salir de ésta, por muchas máquinas o artefactos que inventemos, si no cambia uno mismo».

«Hay que conectar con la alegría interior de cada uno e irradiarla. Debemos empezar el cambio por nosotros mismos, realizar un viaje a la esencia de cada uno para proyectarla», apostilló Fran Gomis, uno de los tres actores que soportan este relato metafórico junto a Miguel Martínez Chillón y Alicia Santonja.

Los tres representan a una sociedad acosada por el miedo, angustiada ante la escasez de perspectivas y convencida de la inutilidad de cualquier esfuerzo para salir de esa atonía vital, una certeza que también han transmitido Adán Aliaga y David Valero con este filme rodado durante el verano de 2013 en la periferia industrial y empresarial de San Vicente del Raspeig.

Más de un año emplearon ambos en dar forma a la «masa ingente» de material filmado, al principio con un tono de documental que desecharon en favor de un tono, estética y sensaciones más afines al lirismo simbólico que a una realidad sobre la que pretenden ensayar y que al final, en cierto modo, burlan con la actitud de los protagonistas.

«Fue un proceso largo de depuración, de montaje, un pulido en el que finalmente desechamos los diálogos para transmitir un tono más hipnótico y poético», explicó Aliaga, y la actriz Alicia Santonja calificó la propuesta de «visceral, valiente y honesta».

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